HISTORIA DEL PETRÓLEO EN VENEZUELA
CREACIÓN DE LA
ORGANIZACIÓN DE PAÍSES EXPORTADORES DE PETRÓLEO (OPEP)
Por Eddie González
La Organización de Países
Productores y Exportadores de Petróleo (OPEP) es un
organismo intergubernamental cuya finalidad, desde su
creación, es la de coordinar políticas de producción de este
hidrocarburo con el objetivo de conducir a los países que lo
producen a tener un precio rentable y un retorno de
ganancias adecuado.
En los antecedentes de la creación de la OPEP tuvo destacada
figuración Venezuela, en la persona del doctor Juan Pablo
Pérez Alfonzo, quien en 1959 desempeñaba el cargo de
Ministro de Minas e Hidrocarburos en el gobierno del
presidente Rómulo Betancourt.
A principios de ese año Pérez Alfonzo, viajó a Washington
para quejarse ante el gobierno estadounidense, presidido por
el general Dwight Eisenhower, por el racionamiento de la
importación de petróleo extranjero a ese país, que afectaba
principalmente a Venezuela, ya que 40 por ciento del total
de sus exportaciones de petróleo iba a EE UU. Mencionó
asimismo la baja de los precios del petróleo propiciada por
las empresas concesionarias en los diferentes países,
incluida Venezuela. La propuesta de Pérez Alfonzo era crear
un sistema petrolero para el Hemisferio Occidental, pero
gestionado por los gobiernos y no por las compañías
privadas. Según él, Venezuela, como nación, obtendría una
cuota, una participación garantizada en el mercado petrolero
de Estados Unidos. Ya no estaría en manos de las compañías
petroleras decidir de qué país productor iban a traer el
petróleo. Lo que Pérez Alfonzo estaba pidiendo no era tan
extraño; después de todo podía demostrar que ésa era la
manera en que funcionaba el sistema estadounidense para el
azúcar: cada país tenía su participación. El gobierno de EE
UU no estaba interesado en la propuesta de Pérez Alfonzo; de
hecho, no quiso ni responder. El gobierno de Betancourt se
sintió insultado. Y Pérez Alfonzo buscaría a alguien que lo
escuchara más atentamente en otro lugar: El Cairo.
Durante algún tiempo se había estado planeando la apertura
en El Cairo, Egipto, del Congreso Árabe sobre el Petróleo,
en abril de 1959. A la conferencia asistieron 400
participantes entre ellos Pérez Alfonzo y Abdulla Tariki,
árabe saudita, personaje con conocimientos y experiencia
petrolera (estudió química y geología en la Universidad de
Texas, trabajó como geólogo en la empresa Texaco y se casó
con una estadounidense), quien tenía ideas reformistas en
cuanto al manejo del negocio petrolero, y por tanto era
conocido como el “Jeque Rojo”; en 1948 regresó a Arabia
Saudita, y en 1955, a la edad de 35, años fue nombrado para
regentar una Dirección de Petróleo y Asuntos Mineros, de
reciente creación. Durante el Congreso del Cairo, por
intermedio de la periodista checoslovaca-estadounidense
Wanda Jablonski, de la revista especializada Petroleum Week,
se pusieron en contacto Pérez Alfonzo y Tariki. Los dos
hombres acordaron que podrían hablar en secreto con los
representantes de otros principales exportadores de
petróleo, y fijaron como lugar de reunión un club náutico en
Maadi, un barrio de El Cairo, que por ser tiempo de
temporada baja estaba casi vacío. Las discusiones de Maadi
se realizaron con tanto secreto y una precaución tan
extrema, que después de ellas el participante de Irán diría:
“Nos hemos reunido en un ambiente de James Bond”. Entre los
reunidos en el encuentro, además de Pérez Alfonzo y Tariki,
estaban un kuwaití; el iraní, que todo el tiempo estuvo
diciendo que estaba presente sólo como observador y que en
ningún momento había recibido órdenes de representar a su
país, y un iraquí, que estuvo presente como funcionario de
la Liga Árabe. Dadas todas estas consideraciones, no podían
llegar a un acuerdo oficial. Pero Pérez Alfonzo sabía cómo
superar ese obstáculo: harían un ‘pacto de caballeros’, que
sólo contendría recomendaciones para sus gobiernos. Todos
firmaron el pacto sin dudarlo, con la excepción del iraní;
estaba tan asustado de actuar sin autorización del Sha, que
desapareció, y los demás llamaron a la policía de El Cairo
para que lo encontraran y pudiera estampar su firma.
Los dos padres
fundadores de la OPEP: Abdullah Tariki, el “Jeque Rojo” y
primer ministro saudita del petróleo y el ministro
venezolano de minas e hidrocarburos Juan Pablo Pérez Alfonzo.
Las recomendaciones del pacto, que finalmente denominaron
“comisión coordinadora para la conservacion y el comercio de
los hidrocarburos”, reflejaron ideas que Pérez Alfonzo había
tenido en mente antes de dejar Caracas: que sus gobiernos
estableciesen una Comisión Consultora de Petróleo, que
defendieran la estructura de precios, y que establecieran
compañías petroleras nacionales; a los gobiernos se les
pedía también abandonar oficialmente el tan elogiado
principio del 50-50% en la repartición de las ganancias por
las ventas de petróleo y pasarlo por lo menos a un 60-40% a
su favor. Además, deberían crear su propia capacidad
nacional de refinación, que produjera todos los derivados
del petróleo, y llegar a estar más integrados como
productores-exportadores, a fin de “asegurar mercados
estables”, y de este modo proteger mejor los ingresos de
cada gobierno. En todas sus dimensiones, la propuesta como
un todo, aunque secreta, fue un hito en la cambiante
dinámica del sector petrolero; marcó los primeros pasos
reales hacia la creación de un frente común contra las
compañías petroleras. Y en lo referente a Wanda Jablonski,
estaba como era habitual en ella, cerca del centro de la
acción; había sido la artífice de una alianza que acabaría
por ser la Organización de Países Productores y Exportadores
de Petróleo (OPEP).
En agosto de 1960, las empresas que dominaban el mercado
petrolero, conocidas como “las siete hermanas”, Exon, Mobil,
Chevron, Texaco, Gulf, Royal Dutch/Shell y British Petroleum,
acordaron unilateralmente una gran baja del precio oficial
del petróleo. Ello hizo urgente la creación del organismo
que Pérez Alfonzo y Tariki venían planeando. Para el 10 de
septiembre se convocó una conferencia a realizarse en Bagdad
por iniciativa de Pérez Alfonzo y Tariki, quienes señalaron
que era necesario un instrumento de defensa de los precios
para evitar el despilfarro económico del petróleo, que se
agota sin posibilidad de renovarse.
Los presagios del encuentro no parecían especialmente
buenos. Pérez Alfonzo tuvo que retrasar su salida de Caracas
debido a un intento de golpe de Estado contra el gobierno de
Betancourt. La propia Bagdad estaba llena de tanques y
soldados armados; el nuevo régimen revolucionario estaba en
alerta ante la posibilidad de un golpe. Durante las
discusiones hubo guardias armados detrás de cada delegado.
El día 14 el grupo había terminado y por fin quedaba
constituida una entidad con que hacer frente a las poderosas
compañías petroleras internacionales: la Organización de
Países Productores y Exportadores de Petróleo (OPEP), con la
presencia como fundadores de representantes de Venezuela,
Arabia Saudita, Kuwait, Irak e Irán. Todos se comprometieron
a actuar solidariamente en caso de que las compañías
tratasen de imponer sanciones a alguno de ellos. Como primer
Secretario General fue electo el delegado iraní, Fuad
Rouhami. Se fijó como sede la ciudad de Ginebra, Suiza. La
OPEP fue reconocida el 6 de noviembre de 1962 por la
Organización de las Naciones Unidas (ONU), por medio de su
Resolución No. 6363; en 1965 trasladó su sede a la ciudad de
Viena, Austria, gracias a las facilidades que le otorgó el
gobierno austríaco.
A los países fundadores se sumaron Catar (1961), Indonesia y
Libia (1962), Emiratos Árabes (1967), Argelia (1969),
Nigeria (1971) y Gabón (1973). Ecuador formó parte de la
organización desde 1973 hasta 1992, cuando se retiró, para
reingresar cuando fue electo presidente de ese país Rafael
Correa.
Por supuesto, contra la OPEP sostuvieron desde su nacimiento
una virulenta campaña mediática voceros de las antes
mencionadas empresas conocidas como “las siete hermanas”,
que veían amenazados sus intereses.
La OPEP ha tenido altos y bajos, con diferencias y
confrontaciones entre sus países miembros; han existido
verdaderos combates por adjudicación de cuotas, y Ginebra y
Viena, sedes consecutivas, han sido escenarios varias veces
de estas contiendas. Por otra parte, Estados Unidos, el país
de más alto consumo energético, ha manejado los escenarios,
buscando autosuficiencia, como el “Proyecto Independencia” y
su particular órgano, la Agencia Internacional de Energía;
además de las frecuentes incursiones armadas como la Guerra
del Golfo, invasiones a Irak y Afganistán y la actual
agresión a Libia, país miembro de la OPEP, en complicidad
con Francia y el Reino Unido.
Venezuela ha tenido relevante actuación en el llamado por
sus adversarios ‘el cartel de los hidrocarburos’. A Juan
Pablo Pérez Alfonzo se le consideró como “el Padre de la
OPEP” y varios otros compatriotas han participado en su
dirección, entre ellos Manuel Pérez Guerrero, Hugo Pérez La
Salvia, Humberto Calderón Berti, Arturo Hernández Grisanti,
Celestino Armas, Alirio Parra y Alí Rodríguez Araque.
Venezuela y su gobierno actual han sido enfáticos en señalar
su irrestricto apoyo a la OPEP, pudiendo afirmarse
serenamente que ello se ha logrado, independientemente del
punto de vista político que uno profese o mantenga.
No se puede soslayar - y merece mención aparte - la
actuación del presidente Hugo Chávez en relación con el
fortalecimiento de la OPEP. Cuando se convirtió en
presidente en diciembre de 1998 eliminó la nociva y
tradicional práctica por nuestros ejecutivos petroleros de
incumplir las cuotas de la OPEP, y redujo nuestra producción
de petróleo para fortalecer los precios.
El presidente
de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez,
exigió a la OPEP cumplir con el objetivo de ayudar a
combatir la pobreza en el mundo.
El 6 de agosto del 2000, Chávez partió de Venezuela para
realizar un recorrido por 10 naciones pertenecientes a la
OPEP, para invitarlas a participar en la II Cumbre de la
Organización, fijada para realizarse en Caracas entre el 26
y el 28 de septiembre de ese mismo año. Durante ese viaje,
se convirtió en el primer mandatario en visitar, con muchas
dificultades, al presidente de Irak, Saddam Hussein, desde
la Guerra del Golfo en 1991.
En la III Cumbre, efectuada los días 17 y 18 de noviembre de
2007, en Riad, Arabia Saudita, en la cual Chávez fue orador
de orden, llamó a la OPEP a convertirse en un “actor
geopolítico en la lucha contra la pobreza”; insistió,
asimismo, en la necesidad de una OPEP más activa y
participativa en los problemas que afectan al mundo y en
especial a los países más pobres.
El presidente
ecuatoriano Rafael Correa, firmó el reingreso de Ecuador a
la OPEP.
Durante esa III Cumbre también se oficializó el reingreso de
Ecuador a la OPEP, tras 15 años de ausencia.
La OPEP, que maneja alrededor de 40 por ciento del mercado
petrolero mundial, tiene como contraposición la competencia
de varios países: México, Reino Unido, Rusia y Noruega,
quienes manejan alta producción y participación en el
mercado “Spot” (entrega inmediata) que no se puede desdeñar
y que sirve de equilibrio entre los diferentes mercados.
Hoy en día la OPEP está consolidada y firme, aunque son
imprevisibles los cambios que pueden producirse como
consecuencia de los conflictos políticos en Oriente y
África, sobre todo en la asediada Libia.
TERCERA EDAD hace votos porque la OPEP supere todos sus
problemas actuales y continúe campante en la defensa de los
intereses de sus países miembros.
Fuentes consultadas:
* La Historia del Petróleo,
Daniel Yergin,
EE UU, Premio Pulitzer 1992
* www.wikipedia
* www.elperiodiquito.com
Foto Cortesía
www.aporrea.org
|