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LENGUAJE DEPORTIVO
ANATOMÍA DE UN
DISPARATE
Por Eddie
González
En comentarios
publicados en la prensa local, me he referido al
incorrecto uso de la palabra atleta para designar a los
practicantes de todas las especialidades deportivas, aun
aquellas, como el ajedrez, en cuya práctica los únicos
músculos que podrían utilizarse serían los del cerebro,
si los tuviera.
Pero ¿dónde se originó este garrafal error lingüístico?
Resulta difícil precisarlo. Probablemente los burócratas
que redactaron las primeras reglamentaciones deportivas
en nuestro país fueron los que empezaron a utilizar la
palabra atleta para designar, absurdamente, a
ajedrecistas, baloncestistas, beisbolistas, bolicheros,
jugadores de bolas criollas, tiradores al blanco, etc.
Los periodistas deportivos, que por razones
profesionales deben ejercer la crítica en materia de
usos lingüísticos por sus fuentes informativas,
aceptaron la incorrección y la popularizaron a través de
sus noticias, reportajes y crónicas.
Por muchos años he desempeñado el oficio de corrector de
estilo; he revisado y corregido escritos de toda índole:
desde novelas hasta tesis de grado y doctorado. Aparte
de que he sido ajedrecista y bolichero, en ese trajinar
con el lenguaje, me he dado cuenta de que, una de las
más desagradables consecuencias del mal uso de la
palabra atleta para designar, absurdamente, a los
practicantes de todas las disciplinas deportivas, es que
degrada a muchos deportistas, al incluirlos,
desconsideradamente, como parientes pobres, dentro de
una clasificación deportiva que no les corresponde.
Como muestra de esa persistencia en el disparate, está
la llamada Encuesta Deportiva del Siglo XX, que llevó
cabo el Círculo de Periodistas Deportivos de Caracas
(cuyo resultado desconozco). A través de la encuesta de
marras se trataba de elegir a los 10 mejores atletas del
siglo, y como guía para la elección se anexaba al
cuestionario de la encuesta una larguísima lista de
atletas (¿?), en la cual aparecían los siguientes
nombres: Amelia Hernández (ajedrecista), Miguel Correa
(bolichero), Gustavo Ávila (jinete), Carlos Plaza
(tirador) y César Girón (¡torero!). Menos mal que
Venezuela no ha tenido ningún astronauta. Si lo hubiera
tenido, seguramente también figuraría en tan cómica
lista.
Vale la pena mencionar que en nuestro país los
periodistas deportivos eligen todos los años al Atleta
del Año (¿?), en tanto que en Colombia, por ejemplo,
eligen al Deportista del Año, como debe ser. L
Asociación Cristiana de Jóvenes (YNCA), organización
internacional, elige en cada país su Deportista del Año.
Las anteriores consideraciones deberían ser tomadas en
cuenta en la Ley del Deporte que está por aprobarse,
para no seguir incurriendo en el mismo disparate.
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